Al día siguiente nos dimos una hora extra de sueño y nos preparamos para afrontar la primera etapa de vacaciones en bicicleta de montaña por los Cárpatos de 40 km y 1400 m +, empezando el día con un descenso endurero que nos llevaría al un pueblo en el valle para ascender otra vez a los montes Rodney que nos regalaron una tormenta de verano.
Después de un largo descenso llegamos otra vez al valle, donde hicimos un merecido avituallamiento y continuamos para acabar ascendiendo los casi 600 m de desnivel que nos separaban del hotel.
Una vez allí nos esperaba, a unos un baño en la piscina y a otros una delicada reparación de una de las bicis, pero que en buena compañía y con unas cervezas de por medio acabó en final feliz. Después una deliciosa cena con platos tradicionales de Rumanía nos fuimos a la cama a disfrutar de un merecido descanso.
El segundo día después de desayunar nos embarcamos en un viaje por la frontera entre Transylvania y Bucovina de 55 km y 1600 m+ con final en un tranquilo pueblo de montaña, atravesando bosques salvajes y grandes superficies de pastos con algún que otro encuentro con los perros de los pastores y acompañados de un tiempo ideal para andar en bici que nos acompañaría durante todo el viaje.
En el alojamiento rural nos esperaba nuestro hospedero Grigore, un juez retirado con mucho carácter que nos recibió con los mejores manjares de la gastronomía rumana y una barbacoa mixta que supuso todo un reto para nuestros hambrientos estómagos.
El tercer día después de un espectacular desayuno que nos transportó a nuestra niñez en el pueblo, con leche de oveja y vaca recién ordeñada, yogures naturales y un largo etc., Grigore nos acompañó a dar un paseo por el magnífico entorno del alojamiento, preámbulo de la etapa más larga de la semana.
Tras una dura subida llegamos a las cumbres de los montes Bârgăului donde un sube y baja rompe piernas nos acercaría al descenso que nos llevó a un escondido pueblo, donde haríamos una pausa para reponer fuerzas y afrontar la última parte de la etapa, una travesía por el valle del río Leșu con una subida por pista forestal que nos dejaría a las puertas del hotel Conde Drácula situado a 1200 m en el paso fronterizo de Thiuta.
Una fabulosa cena y un paseo el mirador de la cruz del monasterio de Piatra Fântânele puso fin a un día soleado que hizo mella en nuestros cuerpos y que dejó nuestra alma en las manos del Conde……
Después de desayunar y hacer unas compras en el mercado local cogemos las bicis y nos pasamos por el mirador de la cruz para ver de día un espectáculo de cordilleras montañosas desde un lugar privilegiado y sembrado de mil leyendas.
Con el cansancio acumulado en nuestras piernas arrancamos rumbo a los montes Calimani por la espectacular Vía Maria Theresia.
Antes de afrontar la subida mas extrema de la semana reponemos fuerzas junto a una fuente de agua mineral carbonatada.
Subimos con bicis a la espalda para llegar a la cabaña de unos pastores donde pudimos apreciar su austero estilo de vida y disfrutar del privilegio de probar sus elaborados lácteos y degustar el famoso Balmos que nos ayudó a seguir el camino hacia la cota más alta del viaje a casi 1700m.
Una última vista atrás y nos adentramos en un vertiginoso descenso que nos dejaría a las orillas del lago Colibita.
En la cabaña del lago nos esperan Alina, Mihaela y el pequeño Iliian que se encargaran de cuidarnos los dos últimos días, la familia crece…
Una sandía en el jardín un baño en el lago y una cena con platos tradicionales como la crema de berenjenas o los famosos Sarmales, era justo lo que necesitábamos.
El último día teníamos pensado hacer una etapa circular de poca dificultad para soltar piernas y prepararnos para el viaje de vuelta, pero sería una pena no visitar el lago de las hadas y teniendo en cuenta el alto nivel físico de los chicos diseñamos, una etapa de mas de 40km.
Arrancamos a por todas, con algún que otro KOM del Strava en el bolsillo y nos adentramos de nuevo en los montes Calimani donde nos volvimos a dejar sorprender por los majestuosos bosques de Rumania.
Después de un bocata a la orilla del lago, nos dirigimos a la casa rural para disfrutar de la ultima tarde.
Embalamos las bicis y nos preparamos para una barbacoa de truchas de la zona, que selló el final de un viaje que empezamos como desconocidos y que acabamos como amigos.
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